Un plan estratégico es el documento que, en primer lugar, sustenta y recoge la finalidad y el modelo organizativo de nuestra entidad. Es, por lo tanto, una reflexión profunda sobre lo que es y lo que persigue la entidad, delimitando su misión, es decir, los objetivos y metas generales, y su visión, el análisis de la realidad que hacemos y las formas de alcanzar nuestros objetivos.
En segundo lugar, y en función de lo anterior, establece un plazo de vigencia, unos objetivos y unas líneas de acción también de carácter general, a desarrollar durante ese periodo, periodo necesariamente amplio que puede ir, a modo de recomendación, de un mínimo de cuatro años a un máximo de diez.
Por consiguiente, cuando realizamos un plan estratégico estamos abordando lo que Ander Mimenza (2009) define como “un proceso mediante el cual la organización analiza y procesa la información de su entorno interno y externo, evalúa las diferentes situaciones y escenarios que se pueden presentar, y prevé y decide la dirección hacia la que se va a dirigir”.
Por tanto, comienza dando respuesta a las tres preguntas destacadas por este mismo autor:
¿Dónde estamos hoy?
¿A dónde queremos ir?
¿Cómo podemos llegar?
La planificación estratégica es muy importante para cualquier entidad porque:
- nos obliga a tener una perspectiva a largo plazo;
- facilita que todas las personas que integran la organización vayan en la misma dirección.
Además, no debemos olvidar que una buena planificación estratégica debe ser:
- eficaz, capaz de alcanzar el objetivo deseado;
- factible y apropiada, necesaria y ajustada a los recursos de la organización;
- única y sostenible en el tiempo, capaz de proporcionar a la organización una ventaja competitiva;
- dinámica y flexible, capaz de adaptarse a las situaciones cambiantes (Wikipedia, 2010).
Veamos en un esquema los apartados que debe contener un plan estratégico